El campesino indígena Virgilio Mulatillo y dos personas más se convirtieron en los hechores materiales del atentado con machetes y pistola que le costaría la vida al médico Dr. Manuel Enrique Araujo, Presidente de la República desde 1911. Hasta la fecha, los motivos e identidades de los autores intelectuales de ese asesinato continúan siendo un misterio, salpicado solo por especulaciones derivadas del fusilamiento de los asesinos, sin proceso judicial alguno.
“Manuel, esta noche, por favor, no asistas al concierto. He tenido un sueño tan claro y real, en el cual te mataban”. Así le decía doña María Peralta de Araujo a su marido, el doctor Manuel Enrique Araujo, al levantarse en la mañana del 4 de febrero de 1913. No sabemos qué contestó el doctor Araujo, a la sazón Presidente de la República. Pero lo terrible fue, que aquella premonición se cumplió casi exactamente como lo soñara doña María.
El 28 de abril de 1919, un violento temblor que causó más de 100 muertos y 400 heridos y 1000 damnificados en 20 manzanas de los barrios capitalinos de San Esteban, Cisneros y Concepción, así como en los alrededores del cerro San Jacinto, San Marcos y Soyapango. Muchos de los fallecidos sucumbieron porque eran habitantes de casas dañadas por los eventos sísmicos y eruptivos de junio de 1917.
La erupción inicial había sido impresionante y un río de lava salió en dirección opuesta a la ciudad de San Salvador para alivio de sus habitantes y formó el manto de lava conocido hoy como “El Playón”